El dinero: mucho más que las monedas

Comúnmente asociamos el dinero con las monedas o billetes, pero en realidad es aquel activo o bien aceptado como medio de pago ante cualquier movimiento económico. En los orígenes se utilizaban los excedentes de las cosechas como pago, como podía ser trigo, cebada, maíz o granos de cacao. Poco a poco esta práctica dejó de ser viable por diferentes motivos, como el desacuerdo en los bienes o un posible valor irreal de la mercancía.

Pronto se estableció un valor referencial y, más tarde, surgieron las monedas con metales como el oro o la plata. Para llegar a las monedas se necesitaba el uso constante de la balanza para pesar las piezas, así como operaciones para determinar la composición de la moneda. Esas complicaciones derivaron en una escala de pesos conocida por todos.

El metal era el material que más se ajustaba a unos requisitos entre los que destacaban la divisibilidad, resistencia al almacenaje, transporte y paso del tiempo. Paulatinamente, con la aparición de la Ley de la oferta y la demanda y el hallazgo de nuevos productos, se adoptó generalizadamente los metales como base de intercambio.

En un principio las monedas eran principalmente de plata, pero cuando las reservas d

e esos materiales empezaron a escasear se tuvo que crear el dinero fiduciario, monedas con valor menor, realizadas con materiales como el bronce o el cobre.

Posteriormente surgió el papel moneda para reducir la acumulación de los metales, y los orfebres guardaban esos metales en sus cajas fuertes a cambio de certificados nominales. Esos certificados fueron evolucionando hasta el movimiento del papel moneda, es decir, los actuales billetes.

En la actualidad, y desde hace ya décadas, se utiliza un sistema fiduciario, con un dinero sin valor intrínseco y controlado por los bancos centrales y el Banco Central Europeo. Al contrario que en sus inicios, el valor del dinero recae en la confianza de cada individuo que lo utiliza como pago y quien lo recibe.

Toda esta historia, y mucho más, se puede conocer en el Museo Casa de la Moneda de Madrid, lugar hasta el que nos desplazamos para saber sobre esta evolución.